domingo, 31 de julio de 2016

"Ciudad", "Pueblo" y "Nación". Las identidades colectivas en el Río de la plata durante el proceso independentista

¿Existió una "identidad nacional" en el Río de la Plata durante el periodo independentista? El del proceso de construcción del estado nacional llevó a José Carlos Chiaramonte a la afirmación de la inexistencia de una nación y de una identidad nacional durante la primera mitad del siglo XIX. De esta manera, el historiador puso en discusión las bases mismas de toda la estructura interpretativa de la historiografía argentina del siglo XIX, evidenciando los anacronismos de la corriente liberal al "proyectar sobre el inicio del siglo lo que se constituiría como resultado de la formación del Estado nacional", es decir la existencia de una comunidad referenciada en una cultura nacional. Sin embargo, el no encontrar hacia comienzos de siglo un sentido de lo nacional no parece ser prueba suficiente de la inexistencia de una representación nacional de la comunidad, e incluso de un discurso de la nación. Por el contrario, este breve recorrido nos mostrará como existieron imaginarios colectivos que llevaron a la población a identificarse con la nación.
Cuando en 1602, Martín del Barco Centenera en Lisboa publica su célebre poema titulado Argentina, del que derivaría el nombre del país, argentino, es una nomenclatura poética que refería al  territorio del Río de la Plata.  
Serán los poetas del neoclasicismo rioplatense de comienzos del siglo XIX, los que retomen la terminología del poeta para llevarla a la prosa literaria. Pero ni el adjetivo ni el gentilicio en particular tenían, en la poesía escrita en conmemoración de las invasiones inglesas, el valor que le asignamos en la actualidad. Correspondían más bien a usos de lengua poética y no de habla común. Además, argentino equivalía a rioplatense o bonaerense en sentido muy general e incluía también al español peninsular avecindado en Buenos Aires mientras excluía a las castas nativas ni el adjetivo ni el gentilicio en particular tienen, en la poesía escrita en conmemoración de las invasiones inglesas, el valor actual. 
El vocablo Argentino comenzó a utilizarse como forma identitaria política-territorial antes de 1810 a partir de un impulso de regionalismo integrador dentro del mundo hispano y en enfrentamiento con lo peruano debido a la rivalidad entre Lima y Buenos Aires. Argentino era sinónimo de habitante de Buenos Aires y sus zonas aledañas. El alcance territorial del término se expandió en la medida que se consideró una relación de posesión por parte de la capital virreinal sobre el resto del territorio.
Para la historiadora Noemí Goldman, de las diversas formas de identidad colectiva que convivieron a fines del período colonial, se distinguen con mayor claridad tres, luego de 1810: la identidad americana, la provincial, y la rioplatense o argentina. En los primeros años de la Revolución, nación podía remitir tanto a la nación española como a la nación americana. La expresión nación argentina fue completamente desconocida al iniciarse el movimiento emancipador. La nación que se concibe hacia 1810 en el Río de la Plata exhibe así un aspecto concreto y territorial, es la reunión de sus componentes; es decir, de los pueblos y provincias intendenciales. Estos rasgos no serían exclusivos del Río de la Plata, se encuentran asimismo en las argumentaciones de los diputados americanos a las Cortes de Cádiz, donde el sustrato territorialista se vinculaba con las tradiciones y los principios del Derecho de Indias.
La ruptura definitiva e irreversible del vínculo con la corona española, que significó la declaración de la independencia en 1816, hizo desaparecer parte de esta ambigüedad de los referentes asociados a nación; a partir de ese momento, nación se vincula en forma predominante a Río de la Plata. Pero lo cierto es que el concepto de nación, presente en los debates constitucionales entre 1813 y 1827, no remite ni a un pasado histórico ni a un pasado étnico sino a algo que se constituye sólo por la voluntad de sus asociados. La nación aparece claramente en asociación a Estado, Congreso, Constitución y forma de gobierno.
Es en el vocablo los pueblos donde se encuentra una de las claves de la cuestión de la identidad política emergente con el proceso de emancipación. Pues, los pueblos, en el lenguaje de la época, fueron las ciudades convocadas a participar por medio de sus cabildos en la Primera Junta. Y fueron estos mismos pueblos, convertidos -luego de la retroversión de la soberanía del monarca en soberanías de ciudad- los que protagonizaron gran parte de los acontecimientos políticos de la década . Al respecto, es necesario tener en cuenta que la ciudad tuvo dentro del ordenamiento jurídico-político colonial un rol particular, pues lejos de constituir una simple modalidad de poblamiento, era concebida como una república, con su autoridad, jerarquía y ordenamiento sociopolítico específico.
Sería obviamente disparatado afirmar que existe durante la primera mitad del siglo XIX una identidad común al conjunto de habitantes que vivían en los territorios que hoy forman la República Argentina, lo sería igualmente pretender que no existen relaciones entre las múltiples pertenencias e identidades colectivas y el proyecto de construcción de una nación en la región. ¿Cómo explicar si no las frecuentes movilizaciones de una población dispuesta a dejar su vida en las sucesivas guerras en torno a los diferentes proyectos de organización nacional? Se trata de partir del supuesto de que los canales a través de los cuales la población se identifica con la nación -definida por las élites a través de criterios abstractos, pero que reclama sacrificios bien concretos, entre los cuales, y no es el menor, se encuentra el de dar la vida por la patria-, son diferentes a los nuestros y que estas diferencias no marcan los grados de madurez en la construcción nacional sino que más bien son interesantes indicios para estudiar la particular configuración de los imaginarios colectivos que llevan a la población a identificarse con la nación -ya sea ésta asociada a una comunidad histórica, a una comunidad étnica o como es en el caso en América, a un proyecto de sociedad futura.




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